Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

viernes, 7 de marzo de 2008

La nena


Se llama Carmen, tiene 92 años pero en su barrio la conocen como "la nena". Es curioso esto de los motes de pueblo que permanecen así pasen... noventa y dos años. Carmen, La Nena, es mi abuela paterna.

La he visto hace unos días. Ella a mí me ha intuido más que visto. La he escuchado y le he gritado para hacerme oír. Dice que está mal, que no ve ni oye, aunque he comprobado que su apetito se mantiene juvenil. La contemplé mientras cenaba un plato de hervido, muy típico en Murcia, y después un segundo plato de trozos de pechuga de pollo con tomate, todo bien aderezado de mil pastillas para toda clase de males y férreamente controlado por mi tío Juan Antonio. Luego mi tío le sirvió un vaso de leche caliente con galletas, y le preguntó a gritos que cuántas galletas quería con la leche. Yo esperaba que mi abuela respondiera que dos o tres.

-No muchas -dijo mi casi centenaria abuela-, seis o siete.

Mi tío y yo nos reímos con ganas, felices de ese apetito gargantuesco, aunque la Nena no nos pudo oír. Le dije a mi abuela que una de sus cenas es lo que me da a mí para alimentarme durante dos días enteros, pero creo que no me oyó. Nos ha jodío, la vieja.

La Nena ha estado a punto de irse en más de una ocasión. Hace un par de años le perforaron el cráneo para drenar no sé qué líquido, y ella se quejaba porque le habían afeitado la cabeza. La estética es importante y el sufrimiento un estorbo, o algo así diría uno de los cínicos personajes de El Retrato de Dorian Grey, con el cual, por cierto, estoy de acuerdo, aunque me llamen ustedes superficial.

¿Saben una cosa? Hay una persona que quiere que me lleve mal con mi abuela, pero no va a poder ser, porque cuando esa persona me faltó (y fueron muchas veces y durante largos períodos) siempre estuvo ahí mi abuela, cubriendo su lugar. Y yo esas cosas no las olvido.

Algún día se me marchará la abuela siguiendo a su marido, y ese día me llamarán al teléfono y yo, como acostumbro, no cogeré la llamada. Me enteraré tarde, siempre me entero tarde de todo. Sólo espero que llegado el momento me dé tiempo de asistir al entierro, al menos eso. No sé, cuestión de lealtad, supongo.



9 comentarios:

Sensei Katorga dijo...

Entrañable entrada. Totalmente de acuerdo con tu pequeña disertación de las abuelas, sin la mía, yo tampoco hubiera crecido de la misma forma, eso si, la mía, en vez de apetito voraz tiene apetito frugal, rayano a lo prohibido. Un saludo.

Anónimo dijo...

Que bonitas son las abuelas verdad?, a mi me faltan ya las dos, y por cosas del destino no pude despedirlas.
No dejes que se marche sin decirle lo que sientes, porque es importante para ella y para ti.
Los abuelos son de esos recuerdos que te hacen sonreir.
Lucia

Anónimo dijo...

Cuanto le debemos a nuestros abuelos, sin ellos no estariamos aqui y si miras sus ojos estas mirando los tuyos, sentir agradecimiento es lo justo. Cuantas veces han corrido detrás nuestro con el bocadillo para que le diéramos un bocao y continuábamos jugando mientras lo masticábamos. Cuantos duros les hemos quitado del bolso sin que lo vieran.
Que forma de querernos tienen los abuelos, se han ganado la gloria.

Me estan entrando ganas de ir a ver a mi abuela, que cabrón eres.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Un maravilloso homenaje.

Los abuelos que sin la tiranía de los horarios laborales deciden ayudar a hacernos más personitas, es todo un regalo para los que hemos tenido esa gran suerte.

Rebeca.

Anónimo dijo...

Mi nena está criando malvas desde hace veinte años. Nunca me quiso ni yo a ella. Después de palmarla estuvo haciéndome visitas por la noche (rollo ectoplasmático) durante medio año. Recuerdo que olía fatal.

Lola dijo...

"Los abuelos son de esos recuerdos que te hacen sonreir."

La maldición de generalizar. Murió uno de mis abuelos, y me alegré. De los tres que me quedan vivos, dos me dan igual, y sólo una me importa. No idealicemos tanto. Hay abuelos que te maltratan, igual que maltrataron a sus hijos primero.

Saludos. Lola.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Jota, no sé si lo que me dices de las visitas postmortem es una de tus coñas o uno de tus desbarres místicos. Intrigadísimo me dejas.

Anónimo dijo...

No es una de mis coñas.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Contento me tienes, Jotica mío...